—Me gustan los días lluviosos, pero no me gusta la lluvia. —Entonces te refieres a los días nublados. —No. Me encantan esos momentos antes de que comience a llover. Es como si el aire se emocionara y el pasto se pusiera ansioso, como si todo el lugar esperara esa primera gota que rompe con la tensión, pero con la segunda parece menos impresionante y así con las siguientes. No sé, me mata.
Somos quienes escriben cuando no nos ven.