Parece que la lluvia ha cesado. No me he tomado la molestia ni de buscar un refugio durante la tormenta, pero veo que otros lo han hecho: corriendo a esconderse, con miedo a que su ropa se moje y terminen con algún resfriado. Me levanto lentamente y empapado de la banqueta a seguir la calle por donde caminaba antes de que la naturaleza comenzara su espectáculo. Sin lugar a duda, no me perdería una de sus funciones. Y menos mal que ha dejado un poco de vapor por su camino; ha sido la cereza del pastel.
Somos quienes escriben cuando no nos ven.