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Divagación 17:50

Está lloviendo y las gotas en la ventana trasera de la camioneta hacen su carrera descendiendo cuando despierto. Éstas se dejan contemplar una hora o nueve años hasta que no aparecen más pedacitos de agua. El maletero, mi dormitorio temporal, atiborrado de cobijas de lana, me parece más la guarida de un ser al que le gusta coleccionar viniles tan hechos mierda que sería absurdo intentar ponerlos en el tocadiscos, si tuviese uno. 

Me canso del silencio que deja la ausencia de lluvia y ordeno a mi cuerpo a levantarse. Me dirijo a la parte delantera y veo a Santiago aún durmiendo en el asiento del piloto. Hurgo el bolsillo en su chamarra donde suele guardar las llaves y enciendo la máquina para poder usar el estéreo. El reproductor expulsó el The xx que estábamos escuchando la noche anterior, que ahora está a medio salir, o a medio entrar, saludando como pan desde la tostadora. Santiago se habrá mantenido despierto hasta cuando se reprodujo Stars, quizá más, porque el maldito dejó el CD fuera del estuche. 

Con un dedo empujo el disco para que el reproductor lo trague. Para cuando comienza a sonar ya estoy recostado en el toldo con solo unos calzoncillos como ropa, pensando en cómo se sentía estar acurrucado viendo a los granitos de lluvia corretearse. 

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