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Mostrando las entradas de julio, 2014

Décima octava entrada

—Me gustan los días lluviosos, pero no me gusta la lluvia. —Entonces te refieres a los días nublados. —No. Me encantan esos momentos antes de que comience a llover. Es como si el aire se emocionara y el pasto se pusiera ansioso, como si todo el lugar esperara esa primera gota que rompe con la tensión, pero con la segunda parece menos impresionante y así con las siguientes. No sé, me mata.

Décima séptima entrada

Es domingo por la noche y me siento de la chingada. Mañana por la mañana no voy a ir al salón 14 y no va a estar esperándome en el pasillo asomado por el barandal viendo a quienes pasan o buscando a alguien, no lo sé. Mañana es lunes y no voy a compartir un audífono con él para escuchar y cantar Love of Lesbian, Torreblanca, Miss Caffeina, Little Jesus o cualquier grupo que nos ponga nostálgicos, de esa nostalgia diferente, la nostalgia de los dos, en la que nos acompañamos, con la que nos sentimos bien.

Décima sexta entrada

Morado  Él sentado, aburrido hasta la madre, el sol dándole de lleno en la cara. Con el entrecejo fruncido, Santiago sólo quiere salir de ahí. Por si fuera poco, también está frustrado su intento de ver el espectáculo. No es que muera de ganas de verlo, pero quiere distraerse, traer su mente de regreso a la cabeza, dejar de mirar las sillas vacías. Excelente máscara la que le proporciona su aparente enfado, no atrae a nadie con las preguntas de toda la semana: «¿Qué tienes? ¿Qué te pasa? ¿Por qué la cara larga? ¿Dónde dejaste la sonrisa?». Ninguna persona le pregunta a otra por qué está enojada. O sí. Quizás esta vez no.

Divagación 23:12

Ahora que estoy de nuevo en medio de la soledad el futuro parece más inalcanzable que nunca. Nada me podría hacer sentir mejor que tu antigua presencia, la antigua presencia que solía tranquilizarme siempre, pero murió con ese no sé qué tuyo que me encantaba tanto y me di cuenta de eso hasta que la cantidad de moscas atraídas por la putrefacción no podían ser ignoradas más.