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Miel y leche (sosiego)

Hace unos días trabajé en un proyecto musical y he aquí los resultados. Sentí que tenía que compartirlo con ustedes.

Se recomienda que para mejor apreciación de esta obra, se lea la parte del texto que le corresponde a cada parte del audio mientras se escucha. El texto está dividido en tres escena con un subtítulo que marca el inicio de cada una y el audio está dividido en tres partes con una canción diferente. Es decir, que al escuchar la primera parte del audio, debe leerse la primera escena del texto, al pasar a la segunda parte del audio, debe leerse la segunda escena, y por último, para la tercera parte del audio, debe leerse la tercera escena. 

Que disfrutes este pequeño viaje.


Miel y leche


Primera escena


Grün era un ejemplar de Golden Retriever que recorría las más verdes llanuras de la región. A Grün siempre la acompañaba su ama Midori. Ambas vestían pañuelos verdes que iban a juego. A Grün fue a la que se le ocurrió la idea, pues en uno de esos días salió con un trapo de la cocina verde en el hocico. Desde entonces se hizo costumbre.

Salían al atardecer, cuando el sol iba por la mitad de su camino al crepúsculo. Grün perseguía la mariposas que a veces revoloteaban sobre las pequeñas flores que crecían en su camino y orinaba en todos los árboles que veía. Midori la miraba con gusto.



Segunda escena

En aquel peculiar día Grün parecía otra. Andaba sin despegarse de Midori. Ella, extrañada, preguntó a su compañera qué sucedía, a lo que ésta le respondió dedicándole una mirada llorosa, relamiéndose los bigotes y agachando las orejas. Entonces Midori dijo entristecida:

—¿Tan rápido se ha ido el tiempo? —y, tras pronunciarlo, sonrió y unas pequeñas arrugas se formaron a los costados de sus ojos—. Anda, aguanta un poco más, querida, estamos por llegar.

Pasaron unos minutos más y llegaron al punto donde acostumbraban a detenerse a descansar para volver a casa. Era un risco. El mar rompía con las enormes rocas al fondo, pronunciando así su impotencia contra la tierra. El viento arremetía firme contra los rostros de Grün y de Midori. Las lágrimas de la Golden Retriever se esparcieron hasta caerle a su ama en la cara, que estaba sentada detrás de ella, descansando la cabeza sobre su lomo, escuchando su respiración. Grün no le quitaba los ojos al horizonte y no dejaba de relamerse los bigotes, presintiendo lo inevitable cernirse sobre ella.



Tercera escena

Entonces Midori escuchó, al principio imperceptible, pero cada vez más notorio, el pulso de Grün precipitarse. Uno tras otro los latidos iban doblando la velocidad del latido anterior. Cada vez con más potencia. ¡Hay una orquesta dentro de ella! ¡Midori entonces abrazó con toda la fuerza que le quedaba el cuerpo desahuciado de Grün! Hasta que…

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